¿Progreso en derechos humanos?

Muy satisfechas se muestran las autoridades por el reporte del Departamento de Estado acerca de los avances que supuestamente ha habido en Colombia en materia de derechos humanos. Sin embargo, es una cosa que no hay que mirar tan a la ligera. En primer lugar, quien presenta el informe es el propio gobierno de Estados Unidos en un informe al Congreso de ese país. En otras palabras, es la administración Bush –obligada a justificar en qué se ha gastado la plata de los contribuyentes– la que da ese ‘paz y salvo’. Y en ese orden de ideas, es de esperar que dicho informe no sea del todo objetivo, pues los funcionarios de la Casa Blanca y sus agencias no se van a hacer el hara-kiri, diciendo que los millonarios presupuestos invertidos en países como Israel, Colombia o Afganistán se han ido por el sifón. Por otra parte, habría que ver con qué rasero se está midiendo ese avance en la protección de los derechos humanos, pues no hay que olvidar que para Bush y sus muchachos son admisibles muchas prácticas que en otras latitudes se consideran flagrantes violaciones de tales derechos o del Derecho Internacional Humanitario, término que a los halcones republicanos les suena repulsivo. A quienes autorizaron los terribles abusos en la cárcel de Abu-Grahib o las torturas en Guantánamo –cuyos prisioneros no cuentan con garantías procesales mínimas–, los atropellos que se puedan presentar en Colombia en materia de derechos humanos les deben parecer la cosa más normal del mundo. De manera que yo, en el lugar de las autoridades colombianas que se enorgullecen de ese visto bueno de la administración Bush, más bien sentiría algo de bochorno. Eso es como si uno se sintiera halagado por un certificado de buena conducta expedido por Salvatore Mancuso o por Raúl Reyes (porque a mí se me hace que Tirofijo debe estar acompañando a Pinochet desde hace ratico).