jueves, septiembre 16, 2010

Un presidente normal

Hace un par de días, un economista de la Universidad de los Andes me decía que el gobierno de Juan Manuel Santos estaba muy aburridor, opinión que comparto por varias razones. En primer lugar es evidente el contraste del nuevo estilo que hay en la Casa de Nariño con el que hubo en los anteriores ocho años. Y no es porque JMS sea alguien excepcional, ni porque esté haciendo algo fuera de lo común. El extraordinario era su antecesor; pero no por virtuoso, sino por todo lo contrario: por su chabacanería, sus pésimas relaciones con las demás ramas del poder, su mala forma de expresarse, su terrible política internacional, sus cuestionables amistades, su falta de tacto con otros mandatarios de la región, su explosivo carácter, su estrecha visión del mundo, su conservadurismo, etcétera.

Por otra parte, JMS es un presidente más bien normal, que ha tratado de recuperar la armonía con la rama judicial y con el Congreso, ha cambiado el tono en el trato con los mandatarios vecinos, le ha bajado la temperatura al discurso guerrerista, quiere meterle el diente al problema de tierras, habla de indemnizar a las víctimas del desplazamiento y hasta se ha referido tangencialmente a la despenalización de la droga, tema casi vetado en nuestro pasado reciente.

En lo personal, Santos se muestra más afable y ahora no es extraño verlo sonreír. Se enreda todavía al hablar y casi nunca pronuncia palabra sin la ayuda del telepronter o sin revisar sus apuntes, lo cual lo hace ver menos espontáneo, pero también es un seguro contra la imprudencia y los arrebatos que caracterizaron al anterior inquilino de Palacio, y del cual, evidentemente, ha querido tomar distancia.

A pesar de lo anterior, me sigue sorprendiendo la generosidad con que los medios y muchos sectores de la opinión tratan a JMS, sobre todo a la luz de las graves noticias de orden público de los últimos días, que dejan un saldo de un carrobomba en Bogotá, más de treinta miembros de las Fuerzas Armadas asesinados por la guerrilla, un helicóptero accidentado y un avión de la FAC estrellado, hechos que no son responsabilidad del gobierno, pero que, muy seguramente, si el presidente fuera Mockus tendrían a más de uno recogiendo firmas para revocar su mandato, por supuesta ineptitud, o por malograr los avances de la seguridad democrática.

Tampoco se le ha pasado factura a JMS por el nombramiento de Andrés Felipe Arias como embajador en Italia, ni por mantener al controvertido director del DAS, ni por su silencio frente a las pretensiones del PIN de que los saquen del clóset de la Unidad Nacional, ni por la caída del dólar.

Mi amigo de Los Andes tiene razón: la política está muy tediosa, y este olor a santidad a mí se me hace insoportable. Ojalá que este marasmo derivara en una mejoría de la situación, pero esperar eso es poco menos que soñar despierto.

8 comentarios:

  1. Felicitaciones no hay más que decir.

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  2. Se me ocurre que quiza heredo un poco del teflon del antecesor.

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  3. Najuma, ¿me quieres decir cómo es tu nombre completo?

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  4. Grande Vladdo, por gente como usted todavía hay algo de país.

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  5. Vladdo, muy buena columna. Me parece que lo más importante es donde dice que cómo sería si Mockus fuera el presidente. Me he estado preguntando eso durante toda esta presidencia y sé la respuesta, sería considerado como el presidente que le entregó el país a las FARC por combatirlas con girasoles.
    Saludes,

    @CamiloMazuera

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  6. Vladdo.

    Solo quiero que llegue el domingo para ver cómo vas a adornar al Santuario Presidencial.

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  7. hay poco que decir, y mucho por leer aun.
    Vladdo, tomándome el atrevimiento que no me corresponde, quisiera poder contactarle para una entrevista para el periódico de mi universidad. Le agradecería una pronta respuesta. ¡Gracias!

    Christian Cruz

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