miércoles, enero 12, 2011

Asesinatos

Asesinato es una palabra que se pronuncia fácil, sobre todo en un país como el nuestro, en el cual todavía caen asesinados miles de colombianos todos los años. Sin embargo para nosotros asesinato, homicidio, masacre, baja, ejecución, ajusticiamiento, o el sinónimo que sea, es algo tan corriente que ya no nos conmovemos. Cuando alguien cae víctima de una bala, la gente de a pie suele encontrar una explicación diciendo: “algo habrá hecho”; como si la vida no fuera sagrada.

Por su parte, los voceros de la Policía o la Fiscalía, en sus iniciales reacciones, suelen concluir que fue un ajuste de cuentas, una confusión o que se trató de un caso aislado y que los demás ciudadanos no debemos preocuparnos porque la situación está bajo control y que los entes de investigación ya están tras la pista de los autores materiales e intelectuales del crimen; autores que, como es sabido, casi nunca aparecen. Pregúntenle a las familias de los líderes políticos inmolados en este eterno baño de sangre, alrededor de quienes los medios arman grandes informes, mientras se anuncian sesudas investigaciones que al final no conducen a nada. Y si eso ocurre con personajes ilustres, ya pueden imaginar en qué concluye todo cuando el fallecido es un pobre, sin apellidos, sin plata, sin oportunidades y sin acceso a la prensa. Si en vida esta sociedad no los tenía en cuenta, mucho menos van a despertar interés alguno después de muertos.

Todas estas reflexiones me vienen a la cabeza tras conocer el caso del asesinato de dos alumnos de la Universidad de los Andes, ocurrida hace casi una semana en el departamento de Córdoba. Al principio, alguien me dijo que los habían acribillado y yo ahí mismo (llevado por mi desconfianza periodística) concluí: típico asesinato de mafia; quién sabe en qué o con quién estaban metidos. Mea culpa. Luego, consideré también la posibilidad de que los hubieran acribillado por error. En ese momento, martes en la tarde, no tenía mucha información.

Sólo hasta ayer, miércoles, me enteré con gran tristeza de que eran dos estudiantes –que perfectamente podrían ser hijos o sobrinos míos–, que adelantaban un trabajo de campo que al parecer los condujo a la tumba, por el simple hecho de estar en el lugar equivocado; una zona donde pululan escuadrones de la muerte, a los que ahora denominan bandas emergentes o bandas criminales.

Y con la misma frialdad que la prensa registra cada asesinato, las autoridades tasan a las víctimas, no sé con qué criterio. En esta ocasión ofrecen $50 millones de recompensa a quien dé información sobre los autores del doble asesinato. ¿Cuánto vale una vida?

Lo peor es que en este ambiente contagiado de formol nadie (ni el ciudadano común, ni los periodistas ni las autoridades), se detiene a pensar en las familias de las víctimas, para las cuales un asesinato es mucho más que una estadística, un expediente o una historia noticiosa.

6 comentarios:

  1. Hola Vladdo,
    Estoy de acuerdo con sus opiniones. Estudio en la Universidad de los Andes, y me pregunto si fue por ese hecho que tasaron esa cifra. De ser así, no me parece justo. Un estudiante de donde sea es una persona común y corriente, y su muerte es igual de valiosa a los ojos de sus familiares y seres queridos. En vez de ofrecer esas recompensas deberían invertir el dinero en seguridad REAL (no democrática).

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  2. Sr. Vladdo, pienso que asesinato es un exceso. La exacerbación (esto es, según DRAE, irritación y a la vez exageración) de que algo en nuestra sociedad está mal.

    Pero me interesan particularmente dos asuntos, quiero decir excesos, de su artículo:

    "Sólo hasta ayer, miércoles, me enteré con gran tristeza de que eran dos estudiantes –que perfectamente podrían ser hijos o sobrinos míos–"

    ¿La "gran" tristeza es porque eran estudiantes haciendo un trabajo de campo o porque podrían ser "perfectamente" sus hijos o sobrinos? Me inclino por la segunda, ya que si uno no se identifica con el dolor ajeno no podría sentirlo, o al menos justificarlo como propio.

    Pero dejando de lado lo anterior, sin entrar en más detalles (o excesos), "por el simple hecho de estar en el lugar equivocado" NO puede ser razón para que lo maten a uno; es más, ¿existen lugares equivocados? *La gran tristeza* es que con la locura de la violencia en Colombia cualquier lugar parezca "ser equivocado" ¡Vaya realidad!

    Finalmente, tal vez no nos convenga aceptar que criticar los excesos también es caer en ellos: es lo que usted está haciendo en su artículo y a su vez yo estoy haciendo en mi comentario.


    @Ojocritico

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  3. Condenable crimen. Pero las victimas en Narcolombia tienen categorias:

    1) $50.000 de recompensa porque son estudiantes ricos de los Andes.

    2) Si estas victimas fueran de origen humilde:

    a) ¿Estarian ofreciendo la misma rencompensa?

    b) ¿Tendria el mismo cubrimiento de la prensa?

    c) ¿Tendria la misma condena social?

    Ahi se las dejo...

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  4. En la reacciones deberia estar la opcion "triste", ¡dos vidas se fueron!

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  5. Triste eso Vladdo, y por ahora los niños son trompadachines electrónicos. Esperemos que siga la novela "boñigas de odio", la versión local y rústica de "viñas de ira".

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  6. Muchas cosas uno puede pensar al oír la noticia. No niego que el algún momento llegué a pensar como Julian, que el bombo periodístico y la recompensa era porque eran estudiantes de los Andes. Cuando uno lee el Espectador del jueves, se da cuenta que el asesinato de los dos estudiantes no es un hecho aislado, que hay una alta criminalidad en córdoba, y cuando uno lee las cifras de asesinatos vuelve y se pregunta: ¿y por qué hasta ahora se viene uno a dar cuenta de estas cifras, acaso las victamas anteriores a los estudiantes no valen lo mismo que ellos, por qué no se tomaron medidas antes? ...

    Puede uno quedarse diciendo que este tipo de cosas toman importancia "periodistica" por mero amarillismo o porque afecta a familias adineradas. Sin embargo, si uno piensa con calma, más allá de criticar si eran o no de los Andes, creo que este hecho nos debe hacer consientes que la vida es sagrada, y debe ser un despertar para darnos cuenta que aun falta trabajar mucho para que este tipo de cosas no sucedan, que definitivamente la labor del #1 es más cuestionable de lo que ya sabemos, por que con estos hechos no se ve para nada la tan llamada "Seguridad Democrática".

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