Los ‘buenos colombianos’

En días recientes se ha ahondado la ya de por sí profunda división entre los furibistas y los que no le comemos cuento al Mesías del Ubérrimo. A medida que los índices de popularidad del presidente Uribe aumentan, sus seguidores tratan de deshonrar a quienes disienten, valiéndose para ello de cualquier medio.

Con el patrioterismo alborotado y el furibismo convertido casi en una religión, sus practicantes no escatiman esfuerzos para enaltecer a su ídolo, al tiempo que procuran encasillar como apátridas a los que de alguna manera critican cualquier acto del actual régimen. Lo más curioso es que esta descalificación no es gratuita, ni proviene de la iniciativa popular; ha sido el propio Presidente el que en diversas ocasiones ha establecido la disyuntiva: o estamos con él, o estamos contra Colombia; o apoyamos al gobierno o apoyamos a los terroristas. Es así de simple; no hay punto medio.

Pero resulta que la vida no es tan sencilla y colombianidad y uribismo no son la misma cosa. Desde antes de la primera reelección hemos creído que la voz del Presidente no es el himno nacional; que su poncho no es el tricolor patrio ni su sombrero el gorro frigio del escudo. Una cosa es él como gobernante y otra muy distinta el país; el destino de Colombia no depende de la suerte de Uribe. Desafortunadamente hoy, dos años después, seguimos en el mismo fango, con muchos despistados convencidos de que reprochar al gobierno es atentar contra la Patria.

Incluso han surgido grupos o asociaciones de quienes se autodenominan ‘buenos colombianos’ para brindarle todo su respaldo al “mejor Presidente de la historia” y rechazar a los “enemigos de Colombia”. Lo que no nos dicen quienes promueven esos grupos es cuáles son las virtudes que se necesitan para pertenecer a esa nueva congregación de patriotas, pues ese calificativo de ‘buenos colombianos’ se ha degenerado mucho recientemente.

Empecemos por recordar que ‘buenos colombianos’ se autoproclamaban –y se creen todavía– los líderes de las AUC, que cometían toda suerte de barbaridades, dizque para salvar a la Patria de las atrocidades de LAFAR. ‘Buenos colombianos’ se creían también quienes iban a hacer alianzas y pactos electorales con esos otros ‘buenos colombianos’ de las AUC. ‘Buenos colombianos’ se consideran los que piensan que hay que cerrar las Cortes para que dejen trabajar tranquilo al Presidente.

‘Buenos colombianos’ se autoproclaman los seguidores de Mario Uribe, que aplauden sus intentos de pasarse la justicia por la faja; ‘buenos colombianos’ se creen quienes piensan que cualquier atropello es válido con tal de acabar con la guerrilla; ‘buenos colombianos’ se dicen aquellos que ven a Antonio Caballero, María Jimena Duzán, Daniel Coronell o Félix de Bedout no como periodistas sino como terroristas.

Por eso, si tales son los parámetros que se tienen en cuenta para merecer la honorable distinción de ‘buen colombiano’, es claro que lo mejor es quedarse como colombiano a secas.